lunes, 6 de mayo de 2013

8ª etapa: Tiebas – Mañeru (24 kilómetros)


Esta noche pasada he dormido en casa de  mi amigo Miguelo en Pamplona y por la mañana él me ha acercado hasta Tiebas antes de entrar a trabajar. La verdad que si es cierto eso que dicen de que ayudar al peregrino trae buena suerte, Miguelo tiene muchas posibilidades este año de que le toque la Primitiva sin necesidad de pasarme el boleto por la chepa. En Tiebas hacía bastante fresco, pero a lo largo de la mañana ha ido subiendo la temperatura. Durante los primeros 10 kilómetros he pasado por Muruarte de Reta, Olcoz y Enériz, pequeños pueblitos de casas de piedra. 

Estaría a un kilómetro de Enériz cuando un par de perros han aparecido en el camino y han comenzado a ladrar de manera desafiante al tiempo que se aproximaban a mi posición. Tras mi experiencia en la segunda etapa con un rottweiler, me he quedado plantado esperándoles y con el palo preparado para atizarles un buen estacazo en el hocico. Aunque en ocasiones cuesta, siempre he tenido claro que de un perro no hay que huir porque te conviertes en presa. Detrás venía el dueño, que se ha puesto como un basilisco para que fueran donde estaba él y se dejaran poner la correa. Una vez controlados, me he acercado al hombre y he estado hablando un rato con él, conversación tras la que he llegado a la conclusión de que ya había sido denunciado por otros caminantes: “hay mucho quejica suelto por ahí que jura y perjura que el perro le ha mordido, y eso luego hay que demostrarlo” – me ha dicho, y se ha quedado tan pancho.




Hoy me voy a despedir del Camino Aragonés, y la verdad que con gran pesar. Según me han dicho, a partir de Puente la Reina el Camino es otra cosa, con mucho mayor trasiego de gente. He disfrutado como un enano de los Pirineos, las Altas Cinco Villas y los Montes de Navarra, de la tranquilidad de las caminatas y de la compañía con la que me he ido encontrando. Excepción hecha, claro está, del grupo de humoristas de Barcelona que me crucé ayer y con el que he vuelto a tener la mala fortuna de tropezarme de nuevo a la altura de la Iglesia de Santa María de Eunate, un edificio románico enclavado en la confluencia con el Camino Francés.


Ha sido verme y comenzar el Club de la Comedia: “Anda, pero si es el maño”- ha dicho el primero; “esa cara me suena”- ha apostillado el segundo y el tercero ha rematado la faena con un “si venías a ver la Iglesia te jodes porque está cerrada”. Ni me he parado. He despachado a estos maestros del humor con un “hasta luego chicos, que tengo prisa” y he proseguido mi marcha. La verdad que hasta la fecha son la única excepción; del resto de la gente con la que he coincidido no tengo queja.

En Óbanos, el siguiente pueblo, ya me he empezado a encontrar con bastantes guiris que bajan de Roncesvalles, y cinco kilómetros después he llegado a Puente la Reina. A la entrada del pueblo está el albergue regentado por los Padres Reparadores, y, como sólo quedaban cinco minutos para la apertura, he esperado para que me pusieran el sello en la Compostelana. Al poco han llegado mis amigos los chistosos. Pese a que estábamos unos cuantos esperando, se han puesto al lado de la puerta para entrar los primeros. Uno de ellos le ha dicho al fraile que registraba a los peregrinos que sólo quería el sello y darse una ducha, pues se iba ya para Barcelona. El hospitalero le ha informado de que por la ducha había que abonar dos euros, y él se ha dado la vuelta y se ha marchado, al tiempo que al pasar a mi lado ha exclamado: "menuda mierda, aquí hay que pagar por todo". Ni se imagina la alegría que me ha dado al confirmarme que se iba y que ya no me lo volvería a encontrar.



A la salida del pueblo, en una fuente que está al lado del puente medieval sobre el río Arga, me he encontrado con un transeúnte que ha resultado ser un paisano de Sos del Rey Católico. Me ha contado que lleva ya unos años en el pueblo, que vive en una casa ocupada y que pide en la puerta de la Iglesia. Le he preguntado que cómo se llama y, sin querer darme su nombre de pila, me ha dicho que le conocen como el Pintor. ¿A eso te dedicas, a pintar? - he querido saber. Él, por las dudas, me ha aclarado que valer, lo que se dice valer, él no vale para nada, pero que lo de mover el pincel pues no se le da mal del todo. Para corroborarlo me ha contado que los jóvenes del pueblo le encargaron hace poco un cuadro para el txoko y quedaron muy contentos con el resultado, pero que después los muy jetas no le pagaron un duro. Así que con motivo de las fiestas patronales, se pasó por allí y se cobró el cuadro en especie. "Entré al txoko como si fuera al Eroski: un par de cogollicos de maría por aquí, una botellica de vino del bueno por allá y unas pastillicas de colores de postre" - me ilustra al tiempo que mira el reloj y me dice que se va corriendo al dispensario a que le echen un vistazo en la mano que se quemó recientemente, haciendo, no me queda muy claro, el qué.



Los últimos seis kilómetros hasta Mañeru han sido algo duros, con una subida bastante pronunciada, pero me empiezo a dar cuenta que la suma de kilómetros me está dando el fondo necesario para remontar con cierto oficio repechos del Camino, que no hace mucho me hubieran dejado sin aliento...




1 comentario:

  1. ...joder pues a mi me da hasta "penica maño" que desaparezca de escena el grupo de graciosos sin gracia Barcelona. En el fondo esperaba acabar leyendo algún día como de manera directa y educada les dijiste que eran unos gilipollas y que en vez de ir dirección Santiago deberían irse dirección a la mierda. Pero bueno, me imagino que en el fondo eso va en contra del espíritu del Camino. Mejor así. Un abrazo

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